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El 4 de marzo fuerzas insurgentes se dirigían a la ciudad de Ras Lanuf, donde sus compañeros se encontraban librando una cruda batalla con los aliados de Gadafi, replegados allí desde el pasado miércoles (2 de marzo) cuando no consiguieron recuperar el control de Brega.
Al oeste de Libia, las tropas de Gadafi atacaban a los sublevados en Zauiya dejando entre 30 y 50 muertos, en su mayoría milicianos rebeldes, según la información obtenida por Al Yazira de fuentes médicas. Al este del país, las fuerzas fieles al dictador bombardeaban en Benghazi un depósito de armas controlado por los rebeldes, ocasionando numerosas víctimas mortales.
El 5 de marzo Gadafi volvía a asaltar Zauiya por segundo día consecutivo, localidad clave por estar situada a 50 kilómetros de la capital, Trípoli, y por poseer una refinería.
El dictador libio continuaba día tras día asediando Zauiya con tanques de fuego y de artillería hasta que el 8 de marzo los sublevados estaban a punto de perder el control sobre la ciudad estratégica, debido a la escasez de agua, alimentos y armas.
El Ejército de Gadafi también seguía atacando con bombardeos la ciudad de Ras Lanuf, donde el frente rebelde se mantenía estancado sin poder avanzar hacia el oeste. El 11 de marzo, los milicianos insurgentes se replegaban hacia otras localidades costeras más al este de Libia y abandonaban Ras Lanuf.
Las tropas militares de Gadafi habían consolidado sus posiciones en el oeste y avanzaban lentamente hacia Bengasi, ciudad donde se originó el alzamiento a mediados de febrero. El 16 de marzo los aviones de guerra del dictador iniciaban a primera hora del día el bombardeo de Bengasi, mientras que el Ejército de Gadafi se hacía con el control total de Ajadabiya, después de varios días de ataque aéreo.
Tras la operación militar lanzada por Francia, Reino Unido y Estados Unidos el 19 de marzo contra las tropas de Gadafi, el dictador grababa un mensaje de audio que era emitido por la televisión estatal libia. En el mensaje aseguraba que los intereses de los países del norte de África y del Mediterráneo estaban en peligro y amenazaba con atacar “objetivos civiles y militares” en esta región.
La coalición internacional atacaba la capital libia y otros objetivos militares, buscando inutilizar las fuerzas terrestres de Gadafi y consiguiendo que éste se retirase de los frentes de batalla y se atrincherase en las ciudades que estaban bajo su control.
Carmen Rosillo.
Licenciada en Periodismo.
Área de Periodismo Digital Euroinnova.
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